Editorial - Abril 2015: "Guerra"

El hombre es un ser complejo, difícil de ser comprendido plenamente, y contradictorio. A veces pareciera ser que vive en contra de sí mismo. Es increíble la capacidad que tiene para malograr nobles intenciones, con acciones que las desnaturalizan hasta hacerla innobles. Una de las expresiones de esta profunda contradicción es la guerra. En nombre de Dios y tras bendecir las banderas, unos matan a sus semejantes por intereses territoriales, comerciales o políticos. En procura de liberar, inician guerras que terminan esclavizando a todos a las cadenas de la muerte y el sufrimiento. Para defender a los ciudadanos, los arman y los envían al frente de batalla, exponiéndolos al aniquilamiento físico (muerte) o moral y emocional (traumas de guerra). Para hacer más grande al país, lo achican bajo las sombras de una guerra. Toda guerra es inhumana e innecesaria. Inhumana porque la persona humana tiende naturalmente al Bien y la guerra a la destrucción. Innecesaria porque la persona está equipada con recursos para el entendimiento y el
respeto mutuo.

Cada 2 de abril recordamos la lamentable “Guerra de Malvinas”, contienda en la que se enfrentaron argentinos e ingleses por la soberanía en un archipiélago del Atlántico Sur. Aconteció en 1982 y nunca terminó. Porque las guerras tienen fecha de inicio, pero nunca de finalización. Siempre la continúan los rencores, el sufrimiento no cicatrizado, las ausencias de quienes ya nunca volverán. No ha terminado ni en Argentina, ni en Inglaterra, ni en las Malvinas. Porque en todos lados, siguen brotando lágrimas de dolor e incomprensión. Los políticos y los generales, posiblemente, la siguen “jugando” en sus análisis estratégicos de victorias y derrotas. Pero la gente, la sigue cargando en sus vidas.

Honremos a caídos en combate y a los excombatientes, a sus familias, porque ellos, sin distinción de bandera, son todos víctimas de la profunda contradicción humana que pretende afirmar vida, destruyéndola.

Mahatma Gandhi reflexionaba sobre los “espacios en el cosmos” y cómo se ocupan y se plenifican. Decía que “Hay tres espacios vitales en el cosmos: el mar, donde nadan los peces que no hablan; la tierra, donde viven los animales que gritan; el cielo, donde vuelan las aves que cantan. El hombre participa de esos tres espacios: de la profundidad del mar, del peso de la tierra, de la inmensidad del cielo. Y le pertenecen el callar, gritar y cantar. Pero el hombre privado de trascendencia, solo queda facultado para gritar

Me pregunto, ¿educamos para el grito o para el canto? ¿Trabajamos para el grito o para el canto?¿Estamos más dispuestos a gritar o a cantar? Todos participamos de la contradicción humana, estemos atentos. Los instrumentos del crecimiento son la pluma, la palabra y la flauta, nunca el fusil y la bomba.