respeto mutuo.
Cada 2 de abril recordamos la lamentable “Guerra de Malvinas”, contienda en la que se enfrentaron argentinos e ingleses por la soberanía en un archipiélago del Atlántico Sur. Aconteció en 1982 y nunca terminó. Porque las guerras tienen fecha de inicio, pero nunca de finalización. Siempre la continúan los rencores, el sufrimiento no cicatrizado, las ausencias de quienes ya nunca volverán. No ha terminado ni en Argentina, ni en Inglaterra, ni en las Malvinas. Porque en todos lados, siguen brotando lágrimas de dolor e incomprensión. Los políticos y los generales, posiblemente, la siguen “jugando” en sus análisis estratégicos de victorias y derrotas. Pero la gente, la sigue cargando en sus vidas.
Honremos a caídos en combate y a los excombatientes, a sus familias, porque ellos, sin distinción de bandera, son todos víctimas de la profunda contradicción humana que pretende afirmar vida, destruyéndola.
Mahatma Gandhi reflexionaba sobre los “espacios en el cosmos” y cómo se ocupan y se plenifican. Decía que “Hay tres espacios vitales en el cosmos: el mar, donde nadan los peces que no hablan; la tierra, donde viven los animales que gritan; el cielo, donde vuelan las aves que cantan. El hombre participa de esos tres espacios: de la profundidad del mar, del peso de la tierra, de la inmensidad del cielo. Y le pertenecen el callar, gritar y cantar. Pero el hombre privado de trascendencia, solo queda facultado para gritar
Me pregunto, ¿educamos para el grito o para el canto? ¿Trabajamos para el grito o para el canto?¿Estamos más dispuestos a gritar o a cantar? Todos participamos de la contradicción humana, estemos atentos. Los instrumentos del crecimiento son la pluma, la palabra y la flauta, nunca el fusil y la bomba.