Siempre me llamó la atención la debilidad que tienen los niños por volver a escuchar relatos que les han sido leídos ya varias veces. Siguen con atención asombrosa la historia de Pinocho y sus mentiras, sabiendo que al final se convertirá en un niño real cuando deje de decirlas. El hecho de saber que la Bella Durmiente será despertada por el beso de un joven y apuesto príncipe, no resta interés a una historia escuchada y vuelta a escuchar. Que el héroe triunfará sobre el villano, a pesar de las luchas entre ambos, no significa que no se dispongan con interés virginal a seguir la historia, festejando la victoria final como si fuera sorpresiva. Porque los niños no tienen problemas ni pereza en volver a empezar.
A medida que vamos creciendo, “volver a empezar” parece costar un poco más. Claro está, dependiendo en mucho de las circunstancias por las cuales debemos hacerlo. De todos modos, en todos los casos, lograrlo implica tener en claro “qué” hacer, “para qué” y “para quien” hacerlo. Cada vez que podamos respondernos estas cuestiones, el reinicio se torna significativo.
Con este número estamos “reiniciando” la aparición de LOGORED. Un nuevo año, un nuevo ciclo, que, como todo “volver a empezar”, debe superar sus perezas, los cuestionamientos sobre el sentido de hacerlo, el presupuesto del tiempo invertido en la tarea, las pequeñas dificultades que deberán sortearse para lograrlo, etc. Es entonces la oportunidad para preguntarnos “qué”, “para qué” y “para quién”. Haberlo respondido nos pone a todos, columnistas, secretario de redacción y a mí mismo, dispuestos a abrir este año con renovados bríos, y el mismo interés de siempre: privilegiar a la persona y a todo aquello que personaliza.
Para lograrlo, los necesitamos a ustedes, amigos lectores, y contamos que también estén dispuestos a “volver a empezar” este año acompañando a LOGORED, como lo vienen haciendo desde siempre.
