"Hola baby!” dijo y entró. Ella siempre saludaba así cuando llegaba a una reunión. Todos la reconocieron de inmediato y salieron a su encuentro. En realidad, la estaban esperando. La mesa estaba tendida y en ella, todos ubicados: los abuelos, los tíos, más acá los viejos. Y él. Él se había anticipado unas semanas y había partido antes que ella. Seguramente fue uno de los promotores de la reunión. Tal vez la planificaron juntos.
Enseguida se sucedieron abrazos y besos, largamente pendientes. Ellos sabían de sus cosas porque siempre estuvieron al tanto, pero no es lo mismo que ella lo cuente. La escucharon como si ignoraran todo. Se rieron mucho, lloraron un poco, pero celebraron todo, porque ahora, todo estaba en orden. De hecho, se habían tomado toda una semana para preparar el reencuentro.
Fue un encuentro envidiable. Sus rostros luminosos, se iluminaron aún más con su presencia, y el de ella, cobró una expresión que solo tuvo en su niñez, y que las cosas de la vida se la hicieron ir perdiendo de a poco. Pero ahora todo cambiaba, porque todo era para siempre.
Desde abajo escucho las risas, los rumores de los diálogos superpuestos, y se me impone la imagen de su cara sonriente, feliz. Y más allá de la alegría de que así sea, siento pena. Porque no puedo dejar de preguntarme ¿por qué? Nunca nos hartamos de preguntarnos ¿por qué?, como si hubiera respuesta alguna. Nos cuesta comprender que si la vida permanece en silencio, es porque no tiene sentido hacerse la pregunta. No preguntar, deja paso a la comprensión y a la aceptación.
De todos modos la historia es así: el Cielo se abrió para ella, y partió. Muy posiblemente, ni siquiera lo dudó. Yo pensé que era muy pronto, pero tal vez para ella era la hora justa. Porque allí estaba todo y aquí, quedaba poco. Valioso, es cierto, pero poco. Sin dudas pero con temor, allá fue.
Como si estuviera en puntas de pie y espiando por la ventana, cierro los ojos y la veo contenta y la escucho reír. Y comprendo, que la fiesta es de ella y la pena es mía. La vida, en silencio, me acompaña y sé que terminaré aceptando, y mi pena será sonrisa, y en esa sonrisa, me uniré a la fiesta.
Hasta siempre baby!